23
Jul
2022
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Semana 2

Querido diario:

Último apretón de medicación (ya estoy contando las horas para suspenderla… sin olvidar vitaminas y que posiblemente después venga la progesterona…). Repetimos analítica y control ecográfico.

Meses antes esta revisión no había sido tan rutinaria: habíamos tenido que adelantar la extracción un par de días por miedo a perder óvulos en el camino por asincronía y por una elevación excesiva en la analítica de valores hormonales. Parece que tenemos suerte y las cosas van más o menos según lo previsto.

Finalmente llega el día de la extracción. Sábado en la mañana.

Sedación y un sueño muy placentero lo acompaña. Lo malo de dicha sedación es que al despertar no controlas ni recuerdas muy bien lo que dices (“suero de la verdad…”) y sueltas algún disparate. Menos mal que ya mi marido me conoce claro.

Me cuenta que le he dicho varias veces que lo quiero. Que hablo mucho, como siempre.  A saber qué mas cosas he soltado.

Cuando soy mas o menos consciente de que el proceso de extracción ya ha acabado y estoy en la habitación de la clínica pregunto cuántos óvulos se han podido extraer.

Mi aspecto tiene que ser un poco grotesco: gorro de quirófano verde recogiendo el pelo, bata blanca de hospital de las que enseñan el culete por detrás y balbuceando como si estuviera borracha aún por efectos de la sedación.

Parece que ha ido bien, han extraído mayor número que la vez anterior y tienen buen aspecto (parecen casi todos maduros, pero me lo confirmarían más tarde).

Solicito analgesia porque me noto bastantes molestias, que no tardan en ponerme, y descanso un poco.

Nos dan indicaciones, asiento como si lo comprendiera todo (ya revisaré el papel en casa, en este momento sigo algo “drogui”).

Estaremos pendiente del teléfono para que nos comenten la evolución de los pequeños embrioncitos que se vayan formando.

Aún borrachilla y con algo menos de molestias me levanto de la cama y me pongo la ropa con ayuda lo más dignamente posible. Qué difícil es una coordinación completa para vestirse. Finalmente, en el espejo parezco más normal.

Salimos a la calle y vamos a casa en espera de que suene el teléfono.

En mi mundo de yupi aún el suelo se mueve un poco al ir hacia el coche.

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